jueves, 9 de septiembre de 2010

Aún duele...

Hoy puedo decir que conozco el amor, porque nos presentaron un día y mantuvimos una larga relación. El amor me presentó a muchos de sus amigos pero hoy al que más presente tengo es a su fiel amigo el dolor.
Cuando amor y yo comenzamos nuestra rutina juntos apenas supe del dolor, pues estaba presente en mi estómago como un leve batir de alas de polilla y parecía no significar nada ni ser nadie. Cada día que pasamos juntos el amor y yo, el dolor polilla nos acompañó sin reparo. Se tomó confianza y aumentó en su trato. Ahora ya se sentía en la boca del estómago y pujaba por subir hasta el pecho. 
Cuanto más amaba más dolía todo...
Y se extendió como un cáncer. Lo supe porque una vez hubo llegado a mi pecho me apretó sin piedad ni consentimiento. Dolía en el corazón, en las entrañas, cortaba la respiración y lo odiaba. ¡Dios! cómo deseé desprenderme de éste que llegó a hurtadillas y como fiel amigo de mi compañero favorito. Pero odiar a dolor y rechazarle significó ahuyentar también a mi amor...
No aguantaba más y no supe soportar la situación, sabía que dolor se molestaría y trataría de hacerse notar en el último momento y con todas sus fuerzas; lo sentí en lo más profundo, me desgarró el alma con sus frías manos sin apenas realizar esfuerzo alguno,  pero por mi bien pensé "lo siento amor, pero te expulso de mi vida, porque te esperaba sin reservas deseosa de abrazarte y viniste con malas compañías". 
Vi alejarse a mi amor, pero dolor se quedó conmigo (¡EL MUY CANALLA!), porque yo me rendí a la evidencia de que la lucha contra él me conducía sin freno a la nada. Y que el amor con dolor no es una buena compañía, ni es grata, ni sana, ni se puede admitir ambas cuando la segunda gana. 
Me dañaste dolor, me dañaste, hiciste un gran hueco y  te quedaste satisfecho en el sucio agujero que rasgaste, pero en ese rincón de mi vida ya no está Amor. Ahí ya no hay nadie a tu alcance...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que bonito...
Dri.

HANA dijo...

Gracias preciosa.

Neko