Y me quedé en silencio.
Y la pena nunca había estado más presente.
Y cuando quise animar mi alma, fue absorbida por un teléfono, llevada lejos, hacia un lugar que se oculta tras tus dedos y que desconozco.
Y tus palabras dulces apenas endulzaron la mitad de mis lágrimas.
Y cerré los ojos esperando que eso hiciera callar a mi cerebro.
Intenté dormirme sin rozarte, para que no sintieras que conmigo en la cama dormiría esa noche la pena.
Y en mis sueños reviví todo.
Y al despertar lloré de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario