martes, 26 de septiembre de 2023

Si pudiera salvarse algo...

Esta entrada va dedicada a tí "pollito postizo", porque creo en esa conexión energética que viaja de un cerebro a otro. Y últimamente no te vas de mi cabeza. Espero que sea porque me echas de menos tanto como yo a tí. Espero que estés bien. 

Quiero decirte desde las sombras de este blog, que si pudiera salvarse algo de lo que viví con él, eso sin duda sería nuestra bonita relación pollito - madrastra buena. Aunque odies esa palabra, a mi me llenaba de orgullo y amor (aún me llena).  Así que no dejes que él te convenza de que es una palabra terrible, si entre nosotras sólo había mucho amor. Porque no es más que otra de sus formas de manipulación. Y tú eres pura y eres luz. 

Anoche enumeré en mi cabeza todo lo que echo de menos entre nosotras. ¿Podría verte de nuevo?. No puedo. Ojalá algún día lo entiendas. Aún eres demasiado pequeña para poderte ver, y se que alguna vez comprenderás que lo más doloroso para mí en mi ruptura con él fue dejarte atrás a tí y al resto de los pequeñitos. Ojalá no tengas que comprenderlo desde tu propia experiencia, pero confío en tu madurez y en el corazón de tu madre para hacerte entender. Pues fue ella quien me dijo que corriera y no mirara atrás. Se que algún día sabrás todo, y espero que lo entiendas. 

Echo de menos tumbarme en el sillón contigo en mi regazo, viendo películas de domingo, comiendo cotufas y las caricias que me hacías en el brazo cuando el sueño te alcanzaba. Echo de menos el olor de tu pelo recién bañado y la suavidad de tu frente cuando te daba miles de besitos y te soplaba para hacerte cosquillas y oírte reir. Adoro tu risa. Ojalá siempre te hagan reír. 

Echo de menos nuestras charlas cuando nos quedábamos a solas, que me hables de tí y de tu día a día fuera de casa, que me cuentes todo lo que sea que te pasa, escuchar tu voz, oir cómo ibas madurando. Echo de menos hacerte bromas y ver que eras suficientemente inteligente para entenderlas y reírte conmigo, poniendo ambas ojos en blanco cuando él no las entendía, echo de menos esa complicidad...

Echo de menos ver cómo todos los pijamas te iban quedando pequeños, verte crecer era genial. Echo de menos tus abrazos, contarte cuentos para dormir, arroparte en la cama como si fueras un burrito, besarte los párpados para regalarte un sueño tranquilo aunque él no estuviera aún. Charlar bajito en la cama como si ambas hubiéramos armado una fiesta de pijamas secreta, donde sólo cabíamos dos. 

Echo de menos verte en la cocina con él, yo sabía que estabas disfrutando y por eso no cocinaba los findes que tú venías. Ese era tu momento de orgullo como hija y disfruté respetándolo y observándolo. Echo de menos hacer contigo magdalenas, bizcochones y todo tipo de dulces, echo de menos tus delantales miniatura y limpiarte las manchas de harina de la nariz. TU ADORABLE NARIZ. 

Echo de menos bailar cepillándonos los dientes, hacer juntas la maleta para la playa, bucear como delfines, girar dentro del agua, nuestras rutas por la piscina como si fuéramos un barco de turistas, hacer juntas "la fuente" y "la lavadora". Echo de menos verte nadar como sirenita y prepararte la comida para ese día. Echo de menos verte tomar batidos de chocolate sentada en la orilla de la playa o la piscina con la inocencia que te merecías. 

Echo de menos que me trences el pelo y me peines, que me acaricies la espalda cuando fregaba la loza mientras me contabas mil historias o repasabas una lección de lengua o inglés. Echo de menos ayudarte con las tareas y prepararte la merienda. 

Echo de menos verte montar en bici conmigo, consolarte si tenías pesadillas, sentarte en mi regazo dentro del coche o en cualquier restaurante como si fueras más pequeña de lo que eras. Adoro esos momentos. Gracias por dejarme ser en todas partes tu lugar seguro.  

Echo de menos mirarte dormir sobre mí y verte las pecas de las mejillas, son hermosas, no te las tapes nunca, igual que tus rizos, cuídalos mucho, cuídate mucho. Ámate, porque eres preciosa. QUE NADIE TE CONVENZA DE LO CONTRARIO. 

Echo de menos hacer manualidades contigo, verte colorear, jugar como si ambas fuéramos niñas. Echo de menos pasear por los mercados en navidad con diademas de renos y gorros de Papá Noel. Echo de menos columpiarme contigo en la azotea, bañarnos con la manguera, y oirte reir a carcajada limpia. 

Echo de menos ver cómo crecieron tus manos desde tus cinco a tus quince años. Echo de menos guardar tu ropa en la gaveta viendo cómo tú te habías esforzado en doblarla. Echo de menos organizar los juguetes de tu cuarto y adivinar a qué estuviste jugando. 

Echo de menos que verme te hiciera feliz y el brillo de tus ojos inocentes. Echo de menos tu olor a niña, verte bailar delante del espejo del pasillo, escucharte cantar y que siempre estés haciendo piruetas y dando saltos. Echo de menos verte sentada en el sillón de cualquier forma disparatada, ver la forma de tus pies de niña. Echo de menos prestarte mis pantuflas de muñecos y verte caminar con ellas presumiendo porque ya te quedaban pequeñas. 

Echo de menos las huellas de tus manos en el espejo. Echo de menos tus ataques de risa al verme subirme a las cosas cuando no llegaba y que te midieras conmigo para demostarme que ya eras más alta. Echo de menos verte crecer y ponerte guapa, pintarte las uñas, ponerte brillo de labios y rimel, convertirte en mujercita. 

Echo de menos abrazarte fuerte, largo y tendido, verte aparecer con él en mi coche. Merecía la pena prestárselo los findes si era para verte a tí y descubrir tus juguetes olvidados en el coche, cuando regresabas con tu madre. 

Echo de menos llevarte de senderos, salir contigo, darte la mano al cruzar la calle o agarrarme a tu brazo cuando ya eras más grande. Echo de menos verte jugar con tu hermana y tus primos. Echo de menos todo de tí. 

Eres lo más duro que tuve que dejar atrás. Y ojalá algún día lo entiendas y vuelvas a mí sin tenerlo que pedir. Porque siempre estará abierta esa puerta, pase lo que pase. Te lo dije una vez y lo mantengo, yo te voy a querer siempre, pase lo que pase. Yo te voy a apoyar siempre, aunque tenga que mantenerme necesariamente lejos. 

Envidio no poderte ver crecer, ir a la universidad o hacer lo que sea que quieras hacer. No poderte aconsejar, verte enamorarte por primera vez, verte llorar por amor por primera vez y consolarte. Envidio, pero se que tienes una gran madre, con gran corazón que te sabrá ayudar, te va a guiar y te hará feliz. Eres lo único que echo de menos. 

Nunca te voy a olvidar, porque para mí fuiste lo único que se pudo salvar. 

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Neko